La adolescencia es un período fuertemente ligado a la enfermedad del acné, pero su alta incidencia en niños y jóvenes no significa que deba tomarse como «algo normal». Las bacterias responsables del desarrollo de granos, espinillas y puntos negros pueden ocasionar graves secuelas en el cutis, por lo que constituyen un problema que debe tratarse siguiendo los consejos y tratamientos de un dermatologo especialista acne en Vigo o en el municipio del afectado.
En concreto, la bacteria saprófita denominada Cutibacterium acnes (antes conocida como Propionibacterium acnes) es la causante del problema del acné, pero no es ‘invasora’, sino que está presente naturalmente en el microbioma cutáneo, específicamente en las glándulas situadas en la dermis media. Prolifera gracias a sustancias como el sebo y a células deterioradas, y si bien en principio no supone una amenaza, un incremento descontrolado de estas bacterias ocasiona los granitos característicos del acné.
Cuando se producen cambios hormonales, se abandona la higiene, se adoptan dietas inadecuadas o se padece estrés, las glándulas sebáceas pueden segregar cantidades elevadas de esta sustancia, dando lugar a un desequilibrio del microbioma de la piel. Este desequilibrio propicia la aparición de comunidades bacterianas masivas o biofilms, que agravan los síntomas del acné.
Como consecuencia, los folículos pilosos se atoran con una combinación de sebo y células muertas, impidiendo la correcta respiración de la piel y generando inflamaciones y lesiones diversas. Estas adoptan múltiples formas, algunas de ellas agresivas y dolorosas. Así sucede con las pápulas, los quistes o los nódulos, que generalmente se acompañan de hipersensibilidad y de dolor.
De acuerdo con los expertos en dermatología, es recomendable lavarse la cara a diario, utilizar exfoliantes de marcas reconocidas, secar la piel con toallas faciales y evitar manipular los granos, práctica desaconsejable que en la mayoría de los casos sólo empeora los síntomas.